jueves, 25 de abril de 2013

Prohibido recordar

Comienzo éste blog por pura necesidad; Ya que es una necesidad personal transcribir todo lo que ha pasado y sigue pasando por mi cabeza desde que comencé esta aventura personal.

Quiero ir volcando aquí sentimientos, sensaciones y pensamientos que me han ido surgiendo hasta conformar con ellos el relato de mi estancia en el oscuro territorio de la desmemoria.

 Este es el relato de Mi viaje al olvido

Comenzaré diciendo que no conocí a ninguno de mis dos abuelos, ni tampoco a mi abuela paterna. Sólo conocí a la madre de mi madre. En mi casa no se hablaba mucho de ellos y sabía poco más que sus nombres, las circunstancias que rodearon su muerte y poco de su pasado, en todo caso un pasado envuelto en un halo trágico y oculto que debió resultar traumático en la infancia de mis padres. De ahí su silencio.

 Soy el pequeño de la familia. Nací en 1970, casi treinta y cinco años después del comienzo de esta historia, que no es sino un pequeño fragmento de la inmensa tragedia que supuso la última guerra civil de éste país. La guerra civil más cruel de las cuatro que padeció España en cien años, todas atroces, pero la que siguió al fallido golpe de estado de 1936 las superó a todas con creces. y todo lo que vino después... 
Para mi, el episodio más negro de la triste historia de nuestra nación. 

 De mi abuelo Manuel sabía poco: que era "rojo" y después de la guerra estuvo en la cárcel, sabía que murió joven y poco más...en mi casa no se hablaba de él, y mi abuela tampoco me hablaba de ello, de todo lo que vivieron en aquella época. 
 En el año 79 se promulgo una ley* que permitía cobrar a las viudas de los republicanos muertos en la guerra civil y a los represaliados a continuación de la victoria franquista. 
De aquellos días, yo tenía casi diez años, recuerdo nítidamente imágenes de conversaciones mantenidas entre mi abuela y otras mujeres como ella: Mujeres ajadas por la edad, el dolor, vestidas  siempre de negro, y con moños prietos que a mí se me antojaban imposibles, pero las recuerdo con un brillo especial, ajenas al sentimiento de culpabilidad...mi abuela tenía una sonrisa que eclipsaba su mirada triste.
 Recuerdo esas conversaciones y recuerdo los lugares precisos donde ocurrieron...esos momentos se aferraron a mi memoria, no sé muy bien porque pero lo agradezco. 
Recuerdo encuentros, mientras acompañaba a mi abuela, con la señora Paca, con mi tía abuela Alejandra y con otras viudas en la misma situación para las que el hecho de poder cobrar esa pensión era recuperar un pedazo de dignidad y de vida robada. 
 Y pese a eso mi abuela tampoco quería hablar del pasado...imagino que por mi corta edad.

 Mi madre jamás hablo de ese tiempo de su infancia y no la culpo, como a ninguno de los hijos de los protagonistas de esta historia porque para ellos hablar es recordar, y recordar es revivir esos momentos de inmenso dolor, de miedo, de angustia y de un sentimiento de culpabilidad fuertemente inculcado por el poder: la iglesia, la falange y el ejército, los tres pies en los que se sustentaba el nuevo Estado. 

 Jamás, y tengo 43 años he oído pronunciar de labios de mi madre la palabra rojo. Era un adjetivo borrado de su memoria. La ropa o cualquier objeto era de cualquier matiz del rojo, pero, nunca de ese color. Las cosas eran granates, encarnadas o como mucho coloradas...nunca rojas. Al fin y al cabo ella era hija de rojo. 

 Con los años y después de conversaciones con mi hermana mayor, que me aclaró un poco la historia, empezamos a hablar de la necesidad de reconstruir un pasado desconocido para nosotros. 
 Gracias a una guía de la ARMH, comenzamos nuestros primeros pasos.
 Decidimos solicitar cuanta documentación pudiéramos y empezar a investigar en el inmenso océano de los archivos y hemerotecas que flotan en internet.
 Así comenzó nuestra singladura.
 Eso fue hace unos años y fue el origen de todo: la primera parada de este viaje.

 En un principio mi intención era escribir una novela sobre mi abuelo con los pocos datos de los que disponía. 
De mi abuelo, a parte de los escasos testimonios orales, teníamos sólo su certificado de liberación condicional, de junio de 1946, escasos meses antes de morir, después de sufrir durante siete años los rigores del "turismo penitenciario", práctica común en esos primeros años del régimen franquista.

Sabíamos más o menos donde había estado, algunas cárceles por las que había pasado pero poco más...ni fechas, ni las circunstancias que rodearon su juicio y su sentencia. Y comenzamos a acumular datos, y cada dato conseguía aumentar más nuestra curiosidad. 

 Empezamos a encajar algunas fichas, y surgieron algunos nombres y detalles sobre su vida en esos amargos años... 
Y mi intención de escribir una novela utilizando las escasas referencias que tenía, usándolas como armazón, rellenando con imaginación aquellos huecos que contenían el olvido, se fue difuminando...adormeciéndose ante la necesidad de seguir buscando. 

 Aún nos queda mucho camino por recorrer en éste viaje y sé que serán necesarias muchas horas robadas a la rutina diaria, pero si de algo estoy seguro es que jamás sabremos todo lo que ocurrió y nos resultará casi imposible encontrar el modo de poner fin a la búsqueda, pero estoy convencido de que será apasionante como ha sido hasta ahora. 

Quizá con el tiempo pretenda retomar la idea de escribir una novela pero, he de reconocer que ahora tengo la necesidad de buscar y recordar lo que no he vivido. 
Volver a poner cada cosa en su lugar y dejar que todo cobre sentido. 
 De momento estoy reencontrándome con mi abuelo y sabiendo cómo era a través de las fotografías, de los documentos, de los archivos y sobre todo de las palabras de los parientes que siguen vivos, especialmente de su prima Andrea, con la que siempre me ha unido una relación muy especial... 

 Y todo eso es bueno.
 Me permite "crear recuerdos", me permite "revivir" la historia de mi abuelo y me permite olvidar todo lo malo de aquellos días que en la memoria colectiva de la mayoría es desconocido y para otros, los hijos de los rojos, está prohibido recordar.

 Bienvenidos. 

 Salud y república, que diría mi abuelo...


Prohibido recordar es el título de un documental dirigido por Txaber Larreategi y Josu Martinez sobre la cárcel de mujeres de Saturrarán. Un antiguo balneario de lujo, convertido en seminario y finalmente en cárcel, situada en la playa de Saturrarán (Mutriku-Vizcaya), albergó una de las mayores y más crueles cárceles del Régimen Franquista. Por decreto del general Franco, Saturrarán se convirtió en prisión de mujeres clasificadas de “extremadamente rebeldes y peligrosas”. Dos mil mujeres republicanas de edades comprendidas entre los 16 y los 80 años y provenientes de todos los lugares de España, estuvieron encerradas entre 1937 y 1944.
Prohibido recordar

 * Ley 5/1979, de 18 de septiembre, sobre reconocimiento de pensiones, asistencia médico-farmacéutica y asistencia social en favor de las viudas, y demás familiares de los españoles fallecidos como consecuencia o con ocasión de la pasada guerra civil.

2 comentarios:

  1. Gracias Alberto por abrir este blog. Por tratar de dar luz a tanta sombra e intentar hacer revivir un poco esa
    historia negra de la que la gente parece rehuir. En la que nadie parece recordar. En la que nadie parece tener culpa y que sin embargo quedan muchas heridas por cerrar, muchos cuerpos por llorar. Es importante no olvidar la historia por si acaso.Reviviendo una historia particular se reviven muchas historias alrededor...

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  2. Gracias a ti, Tomás...
    Desde luego lo que tengo claro es que para poder olvidar es necesario conocer el pasado, por doloroso que sea.
    Mi única intención es saber que ocurrió, y poner a disposición de la gente esos datos. Creo que es necesario recordar y poner de manifiesto todas las injusticias y atrocidades que ocurrieron en la guerra civil y la represión posterior.Nada más...

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